martes

Comparte con otros niños, Guisantito



En este momento todo gira en torno a Guisantito. Nada le hace competencia en el mágico lugar en el que está. Se lleva mis mejores nutrientes (sólo hace falta comprobar el estado ínfimo de mis defensas, ¡atchís!) y el lugar más cómodo que se pueda encontrar (¿alguien lo duda?). Eso sí, cuando salga de esa cómoda cuna y vaya creciendo deberá aprender a compartir. Su mamá ya no irá siempre con él y no lo mirarán con expectación (¡oh, en esa panza hay un guisantito creciendo!).


El libro de hoy parecía de primeras demasiado infantil, pero finalmente me ha agradado su lectura. Ya, algunos os preguntáis: ¿demasiado infantil para Guisantito? y explico esto: en "Los libros del guisantito" no busco reseñar libros "fáciles" de leer sino infantiles. Mis favoritos en realidad son los álbumes ilustrados, no aptos para todos los peques y mucho menos para todos los grandes. Aunque algunos penséis que Guisantito no entiende nada de lo que yo le digo (vale, cedo en que no sea capaz de comprender la Teoría de las supercuerdas, pero eso debe ser por influencia mía no por incapacidad propia), debéis entender que yo no busco libros para un niño que aprende a leer por sí mismo, sino tiernas lecturas que nos hagan disfrutar con sus historias e ilustraciones a ambos. Son mis sensaciones las que le hago llegar, emociones de inocencia, sorpresa, curiosidad, embeleso, alegría...

En principio "¡Comparte, por favor! Historias de Conejito" aparentaba ser un librito para niños pequeños, no para mamis que disfrutan leyendo con sus hijos. Pero, ¿quién lo iba a decir?, la sencillez de su historia se ayuda de las caritas preciosas de dos personajes que querremos seguir conociendo: Conejito y Ardilla. Reconozco que me ha engatusado la sonrisa del blanquito conejo que presta sus juguetes y que me encanta poder escribir en una reseña la palabra "ardillita" (así me llamaba mi gran amigo Antonio de niña y cada vez que pronuncio esas letras seguidas se me pone carilla de traviesa mellada).

El libro, como bien anuncia en su portada, trae sorpresas en sus páginas. Guisantito ha elegido como favorito quizá el más sencillo de los pop-ups y lengüetas que aparecen, pero no por ello el menos lindo; la ilustración representa a Conejito y Ardilla sumergidos en una piscina hinchable (¡tiene tapón!). El protagonista de la historia lleva gafas de bucear (creo que a Guisantito eso le ha hecho mucha gracia) y con la ayuda de la ingeniería de papel de Bruño, moviendo una pestaña Conejito acerca un barquito hasta Ardilla. La fuerza con la que hay que empujar la pestañita y el movimiento del barco tambaleante (como si navegara por un auténtico océano) es adictiva (barco va, barco viene, barco va, barco viene...). A mí, como infantil mamá guisante que soy, me ha gustado la manera en que el personaje de Ardilla (atado con un cordón rojo al libro) se pega en otra de las páginas al culo adhesivo de Conejito mientras monta en triciclo. Aquí encontramos añadido el sentido del oído: ¡me encanta el sonido que hace Ardilla al despegarse!

Nota:
Este libro lo hemos disfrutado con el divertido Carosone de fondo.
Aviso:
No entiendo su dialecto (vaaaaaaaaaaaale, hablo de dialecto cuando tendría que decir su idioma en general). Si comprueban que alguna letra no es adecuada para niños...¡Sssshhhhhhhhhhhh!



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Comparte, por favor
Bruño, 2008



BS:  Renato Carosone


2 comentarios:

  1. Marta, me encanta el blog de guisantito, creo que puede ayudarles a papás con niños pequeñitos, con edad de poderles leer cuentos.

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  2. ¡Y a superpancis también!
    Barrigotas: ¡leed a vuestros guisantitos!

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