Lo cierto es que en esta versión de la historia Béatrice Fontanel trata con delicia cada detalle. Es fácil poner voces a las intervenciones de los personajes y la narración permite asombrar a Guisantito con silencios dramáticos y entusiasmos varios. Una cosa me queda clara tras la lectura: voy a leer muchas historias de dragones para él (¡le encantan!).
Los dibujos de Aurélia Fronty están llenos de detalles que encandilan a Guisantito. Yo me quedo con el colorido, unas veces gaugueano, otras mironiano. No miento si confieso que me he atado a sus rojos, naranjas y turquesas sin pestañear. Qué extraño poder emerge a veces de los colores planos.

Esta obra sin duda volveré a leérsela a Guisantito. Ya entonces tendrá nombre y hablará, pero yo querré seguir leyéndole amorosamente como si aún lo custodiara en mi panza.
Cierro esta reseña con un apunte de mujer encinta.
Qué alegría, a mi edad, conocer en carne propia el ardor. Gorditas del mundo, si conocéis algún remedio que funcione decídmelo (la leche blanca ni la mencionéis, sólo pensarlo me dan náuseas).
Banda sonora: Cascanueces de Tchaikovsky
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Tristán e Iseo
Béatrice Fontanel y Aurélia Fronty
Edelvives, 2010
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