miércoles

Está linda la mar

¡Nos encanta!
El famoso poema del nicaragüense Rubén Darío, que muchos leímos por primera vez en libros de texto, se vuelve hoy más sonoro y divertido. Será que mi caja de resonancia ha ganado peso :) o que mi visión de la historia ha ganado en imaginación con los años.

He de pecar de inmodestia, qué le vamos a hacer. Admito que éste es el libro que mejor he leído para Guisantito. Juguetona, casi guasona, imito voces y fraseo como los actores experimentados de teatro. ¿Presumida yo? No, hombre. El texto facilita la labor (tan rítmico, tan cuadrado) y las ilustraciones llenan la voz de colores (y de elefantes monísimos, de dulces azules y brillantes estrellas).

Predomina la claridad en la ilustración de Elena Odriozola. Sus espacios medidos aportan aire a la poesía visual que nace de sus trazos. El perfil de Margarita se convierte, pincelado por la ilustradora, en imagen del verso y captación lograda de la fantasía. Las ilustraciones se me hacen tiernas como pan blanco recién hecho, quizá por los colores pasteles y la armonía nacida entre ellos. Sus texturas, como jersey de angora en invierno, casi pueden acariciarse.

Guisantito ha creído que el animalito que porta Margarita en los dibujos era un peluche, quizá por la forma de agarrarlo. Le he tenido que explicar que yo creía que se trataba de un bicho de verdad, un tití para mayor exactitud. Papá Guisante nos ha ayudado para dar con el nombre del bichillo (no le gustan los animales, pero sabe una barbaridad). Al final me he enredado y le he tenido que prometer a mi pequeño que, ya que no podríamos adoptar un monillo, si alguna vez encuentro un tití de peluche se lo regalaría. Iré con los ojos abiertos en las tiendas de regalos. Si lo hallara, el tití se convertiría en su segundo peluche. El primero quise comprárselo yo y ya ha dormido algunos días pegado a mi barrigota (y no, mamá, no lo he tirado a dos metros de la cama como hacía de cría con mi muñeco Pufy). El peluche es un encantador corderito, taaaaaaan suaaaave y liiiiindo, que quise enlazar su imagen tierna con la visión de mi hijo. No lo pude evitar. Sé que al principio será sólo de adorno, pero me gusta acariciarlo e imaginar qué pensará Guisantito al verlo y qué sentirá cuando sus pequeños deditos se posen en su suave lana.

Es difícil prever qué sentimientos provocará la experiencia de ser madre en el futuro. Lo que puedo afirmar por ahora es que la ilusión es constante y que una gran sonrisa me acompaña cuando leo en voz alta libros como esta preciosa edición de Imaginarium. Espero ayudarle a Guisantito a tener los pies en el suelo, sí, pero con libros como éste ojalá que su imaginación vuele bien alto, hasta las estrellas como mínimo, como hacía la protagonista de esta lectura que no se contentaba con cualquier cosa y fue capaz de cruzar mares y cielos por capturar su sueño.






Acompañamiento musical de Mayra Andrade


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Margarita
Rubén Darío y Elena Odriozola
Imaginarium, 2003

2 comentarios:

  1. Papá Guisante buscará también titíes de colores para su hijo por todas las pelucherías del mundo (deberían llamarse "Pelucherías").

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  2. ¿Sería muy marciana la siguiente definición?

    Peluchería: lugares reales donde lo irreal se torna suave en forma de orejitas, ojillos brillantes y sonrisas con cuatro patas.

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