domingo

Anular los miedos

Anoche se cumplió un año y medio desde el nacimiento de Guisantito. Mucho hemos vivido desde entonces. Enfermedades y caídas, retos y progresos. Hemos ido viviendo cada día superando cada dificultad con la mejor de las sonrisas. Doy gracias por tener un niño sano y curioso, divertido y fortote. Así es como vamos superando las diversas fases, siempre con alegría y a veces también con muchas dosis de paciencia. Puedo por fin afirmar que desde hace cosa de un mes descansamos toda la noche. No hubo ningún cambio significativo que ayudara, simplemente ocurrió: el peque empezó a dormir de seguido. Fue el momento de pasarlo a su habitación y dejara atrás la cuna. Su cuerpo grandote le pedía el cambio.

Pero no me olvido de nada. No olvido los momentos felices de embarazo y los días en que de pronto me invadía el miedo. Como toda futura mamá, antes de nacer el pequeño hubo momentos en los que temí no estar preparada. Muchas lecturas, muchas visitas a blogs de mamis experimentadas, muchas preguntas a las amigas con niños me fue tranquilizando aunque la mayor baza fue siempre el instinto. Es sólo cuando respondes a tu propio interior cuando actúas correctamente, al menos así lo voy sintiendo yo. Mi curiosidad y mi alegría han sido siempre las mejores aliadas para hacer frente a los cambios y necesidades del pequeño, guiada por lo que me ha dictado el instinto a cada momento. Con el mayor de los cariños me apoyé en la familia para superar las grandes pérdidas, que en estos últimos meses han sido quizá demasiadas. Agradezco de corazón que los buenos amigos siempre han estado ahí, aunque no dijeran nada, una mirada o un abrazo fueron suficiente. Pero somos nosotros mismos los que hemos de decidir superar las crisis; sólo nosotros podemos liberarnos de las arenas movedizas. Nadie puede matar monstruos por nosotros.

Esto quizá sería la única pega que pondría al libro de hoy. Ni siquiera puede considerarse una crítica porque cuando somos niños, necesitamos un fuerte guerrero o una mágica hada que nos haga ver nuestros temores muchos más pequeños. No encuentro ningún pero a "Yo mataré monstruos por ti". Desde el poético y profundo título a las ilustraciones, desde la maravillosa historia a la simétrica forma de contarla. El cantante de Love of Lesbian ideó este texto perfectamente elaborado donde nuestro mundo encuentra su particular reflejo en un mundo habitado por monstruos. Ese reino está justo debajo del nuestro y cuenta con cada elemento de nuestro mundo pero con su correspondiente forma. Así al menos lo imagina la protagonista, Martina. Su mayor miedo es que su alter ego monstrua la atrape en su mundo estirando de su mano por la noche. Por eso esconde bien su cuerpecito bajo las mantas, para que no asome nada que pueda servir a la monstruo de reclamo.


La narración está magistralmente creada, con el ritmo justo, con la simetría ideal. A una perfección así sólo podría corresponderle una ilustración original, equilibrada y dulce como la que le aporta Lyona. Los trazos negros regulares, el colorido delicado y limpio, las formas dulces llevan al lector a adentrarse en el onírico mundo de este relato. Pálidos rosas y azules dominan la página para conforman un universo propio, el que Balmes nos sugiere perfectamente dividido y en equilibrio.

Puedo afirmarlo sin miramientos: este libro es ideal para regalar a personas de cualquier edad. Mi prima de 18 años lo espera con impaciente entusiasmo. Y por suerte tengo la certeza de que va a encantarle.

Todo un acierto de la editorial Principal de los libros. La visitaremos para conocer qué más títulos ofrece. Este merece un 10.




jueves

Una cuestión de normas

No rompas el jarrón, cariño. No, no le tires de los pendientes a mamá. No, la esponja no se muerde. No, mi vida, no, el mando a distancia no se lanza como si fuera una jabalina. No, a papi no se le pega. El juguete no se rompe. ¡Eso tampoco! ¡El enchufe! ¡El vaso! ¡La cristalera! ¡Álvaro, cuidado con la escalera! Ay. qué difícil es hacer una redada continua a un niño de 15 meses (¡mañana los cumplimos!). Cuando ya comprende el "no" pero vuelve a probar tu paciencia una y otra vez, cuando a pesar de haber puesto todos los mecanismos de seguridad del mercado los sabotea o encuentra peligros nuevos, cuando crees que no puede inventar nada más peligroso, cuando ya crees que se ha cansado de coger siempre las colillas y los cristales del parque, es cuando más creatividad y mano izquierda ha de tener un padre. Explicar las razones por las que no debe hacer algo, ser convincentes (aunque muchas veces den unas ganas incontenibles de reírse), usar un vocabulario que no resulte amenazador, ni excesivamente negativo, ni permisivo, ni pobre, buf, es tan difícil... Por el momento está bien diferenciar entre "caca" (las cacas de los perros del parque y lo que con grandes dificultades para que no se caiga nadie del cambiador le limpias del culete) "basura" (colillas, por ejemplo), "asco" (chicles usados) y "peligroso" (cristales, chinchetas). Después lograr  que no lance objetos desde la trona o el asiento del coche (¿algún día lo lograremos?), que no rompa los libros de papá, que no se coma las revistas de mamá y así una lista interminable de situaciones donde hay que revisar qué decirle y mantener la compostura y también la postura (siempre la misma ante situaciones similares). Ay. Suerte que a veces obtienes recompensas a los esfuerzos, como cuando consigues que deje de pegar convenciéndole de que es más bonito hacer caricias en la carita de mamá, que si no... 


Hoy que me preguntaba qué libro consultar para el tema de la obediencia y las normas me encuentro con este libro de una forma más que original. Nuestra amiga Pilar M. C. lo encontró en la librería del museo Reina Sofía junto a "Hijito pollito" y tuvo a bien regalárselo al peque como prenda de amor. Y es que me parece que la ha enamorado. ¿Cómo no va a quedar prendada un chica como Pilar con coqueteos varios, risas de pillín y travesuras de sinvergüencilla? Hoy mismo nos ha llegado un paquete deliciosamente envuelto a nombre de Guisantito. ¡Y con una preciosa dedicatoria en forma de carita redondita de bebé! Como se nota que es una artista. ¡Guapa, eres mu grande, así te lo digo!

Nos ha encantado el libro (y todo lo que le rodeaba: el envoltorio, el sobre a nombre de Álvaro, la dedicatoria, la foto que probaba que venía directamente de Madrid de pasar unos días con "Hijito pollito"...). Además hemos conocido a la editorial glocal La fragatina, que ha editado este precioso libro de Miguel Tanco con gran gusto y mimo. Te enamoras al abrirlo de las guardas, con animales de originales formas que se salen del papel de grandes que son (grrrrrrrrrrrrrrrrr, menudo león). Las ilustraciones se salen de lo habitual (nos hemos quedado boquiabiertos con los monos de cabeza cuadrada y colas ensortijadas en ángulos rectos, la poderosa y ardiente melena del león y los cuerpotes como enormes cacahuetes de los hipopótamos. Los colores son igual de sorprendentes (me debato entre el contraste del naranja-turquesa del león entre las flores o del fucsia-blanco y negro de la cebra a la que pintan de rosa los topos). Es un aire fresco este Tanco. Y el texto me viene al dedillo hoy que reflexiono tanto sobre el poder de los límites y el espacio a la libertad individual. El rey de la selva (claro, hablo del león, quién si no después de Disney), se siente sobradamente digno de su puesto. Es más, piensa que no ha aprovechado el cargo como podría y cree que quizá podría usar su vara de mando para hacerse la vida más fácil. Así es como empieza a poner normas al resto de animales: límites de velocidad, higiene personal, prohibición de ruidos molestos, etc. Al principio se le permite y obedece (es el rey, cómo negarnos), pero con el tiempo todos los animales se sienten defraudados y explotados, y finalmente la liebre estalla y pide democracia. Nadie ha decidido que sea el león el rey, se ha dado por hecho. Ante la injusticia todos los animales votan y resulta la jirafa digna de confianza de los demás para el puesto. Pero el poder es el poder, me diréis. Sí, cierto, y Tacón lo sabe. ¿Qué pensáis que le sucederá a la jirafa al sentirse por encima de los demás? Ah, no puedo contarlo. Para eso tendréis que leer este divertido y encantador libro de la editorial La Fragatina. Vale la pena. Hale. Y después a decidir cada uno cuál es el límite de los límites, cuánto bien logramos haciendo que calen las normas sociales en el superyo, cuáles son los mejores mecanismos de reproche sin caer en la dictadura ni el dejar hacer blandiblú. Ay. Qué difícil es ser reina de un cachorro de león. 





Hoy, nos vamos a la casa de la playa:

viernes

Zzzzzzzzzzzzzz

Guisantito no habla mucho. Bien es cierto que sus ojos son tan expresivos que no necesita palabras, y de tan grandes que son, cuando sonríe te crujen los huesitos y cuando se enfada da hasta miedo. Leí no hace mucho que si se suma al lenguaje oral el de signos, los bebés van escogiendo cómo expresarse de modo que se sienten satisfechos y facilitan la comunicación con los padres. Siempre recordando que debía ser un apoyo y no una sustitución de la palabra, he estudiado los más útiles en mis conversaciones con él (más, agua, vamos, dormir, jugar...) y los voy empleando cuando me dirijo a él. El primero que aprendió fue "más". Creímos al principio que lo había asociado a comida y que entonces "más" podía simplemente significar "me gusta". Pero poco a poco ha ido demostrando que lo usa como el auténtico adverbio de cantidad que es. Sólo sabe otros dos, comer y dolor, muy útiles para saber si le duele algo o si tiene hambre. "Más" lo acompaña de sonido, pero los otros dos sólo hace el gesto. La cara de dolor y a veces el llanto es suficiente para entender lo que le sucede y cuando pide comida acompaña el signo relamiéndose y con cara de deseo. Con eso nos sirve. Cuando logra comunicarse muestra gran alegría y orgullo. Algunos ya me han dicho que eso va a ralentizar la adquisición del lenguaje oral, porque signar es más fácil para ellos. No parece cierto. Sigue aprendiendo palabras y demuestra reconocer muchos objetos que le nombramos. Lo importante es saber que él sabe que nosotros sabemos que él sabe que nosotros entendemos lo que quiere decirnos. Y además, ¡está tan mono signando...! Cada niño tiene su forma de expresarse y a través de los signos se evitan los malentendidos que podrían dar por ejemplo cuando Guisantito nombra un perro "guaguau" y el agua "guaguau". Si añade un elemento diferenciador mami comprende que tiene sed o que ha oído ladrar un chucho a lo lejos. 

Supongo que en el fondo lo importante es entenderse, igual que consiguen hacerlo las abejas mediante lo que hace poco se ha demostrado que es un lenguaje universal: el meneo. Hace unos años,  originales investigadores comprobaron que, a pesar de la diferencia de especies, las abejas asiáticas y las europeas lograban transmitir mensajes acerca de la ubicación de alimento. Mi bichito poco a poco se las apaña para pedir lo que necesita y su madre está orgullosa de cada pequeño logro, sea un sonido inteligible o un gesto. Eso sí, siempre que no sea el dedo apuntador, ese signo deíctico que hace confundir a todas las madres porque pocas veces se sabe si se refiere al vaso, al jarrón o al perro de peluche de la estantería más lejana.

El caso es que para llegar al entendimiento hay que poner todos de nuestra parte. Eso es lo que ocurre en "La abeja de más". En el panal se han dado cuenta de que no hay sitio para todas. Al hacer recuento descubren ¡que sobra una abeja! Comienza entonces la confusión, las críticas, ¡hasta el racismo! Y yo pienso: ¡Qué fácil es señalar al otro como culpable! Pi Andreu refleja con mucho humor y mimo cómo la confusión suele gobernar momentos de crisis y que es precisamente en esas ocasiones cuando una mente fría y equilibrada aporta las mejores soluciones. 

El libro que hoy reseñamos le encantará a Álvaro cuando crezca un poco. Su sentido del humor, sus trazos y su compleja composición visual se alejan del gusto habitual de los guisantitos, pero por esas mismas razones ha sido de los libros con los que más atención ha prestado, siempre con su entrecejo de concentración. Los más enanos encontrarán sin duda posibilidades de juego en sus páginas, como encontrar objetos (botijos, calderas, tuberías). ¿Os habéis dado cuenta de que la mayoría de los libros para enanos tienen siempre los mismos objetos y animales? Es normal que al final los acaben reconociendo, pero ya echamos de menos algo diferente. ¡Vivan los libros originales como “La abeja de más"! Kim Amate construye un escenario recargado de barrigotas a rayas, de un peculiar reino de antenas y miel lleno de detalles que embelesan. Suma además al texto elementos que enriquecen de manera siempre original al álbum. Recuerda a aquellos detalles secundarios que me encantaba encontrar en los tebeos de Mortadelo y Filemón. Como ejemplo nombraré sólo el pseuudo-Pentágono, que en esta ocasión muda su nombre por Hexágono (como no podía ser de otra manera en un panal) y que presenta un modo peculiar de identificación de sujetos, la "autorización por escáner de antenas con su correspondiente par de agujeritos. 

El álbum ilustrado en cuestión lo podréis encontrar en la editorial Takatuka, con tapa dura y con unas abejas dispuestas a dejarse leer. 

De banda sonora hoy Los macabeos:


miércoles

Animalitos

No hay duda. Si no sabes qué regalar a un niño de uno o dos años seguro que acertarás con animalitos de resina o con un libro de bichos. Les encantan. Guisantito no es menos y, aunque a casi todos los llame "guaguáus", sabe distinguir ya a bastantes especies. En los libritos que manejamos con él o, mejor dicho, los que le dejamos  que le dejamos manosear todo lo que quiera por tener páginas resistentes, ya consigue señalar búhos, mariposas, peces, escarabajos, gatos, ratones, vacas, pájaros, libélulas, ranas, patos (creo que ya debo decir etcétera). Debo admitir que no deja de impresionarme cómo señala decidido con su pequeño dedito las figuras que le vamos nombrando. Supongo que criar a un niño es sorprenderse cada día con sus avances y vivir cada logro con ilusión recién estrenada. Cuando en los libros o fuera de ellos le voy preguntando dónde está algo, no cuento siempre con que conozca el objeto en cuestión. Primero hago la pregunta, espero a comprobar su reacción y si él no lo localiza rápidamente pongo voz de sorprendida, lo señalo y exclamo: "¡Oh, aquí está el lagato! ¡Qué verde y qué cola más larga!" Hoy durante el baño de Álvaro nos hemos quedado patidifusos cuando al preguntarle por el espejo se ha girado y, convencidísimo de lo que hacía, lo ha señalado con precisión. Ninguno recordábamos haberle enseñado la palabra pero sus letras ya se habían colado en su cabecita hasta reconocerlo sin dudar. 


Para aquellos padres que quieran jugar a nombrar animales usando imágenes claras y simpáticas les recomendaré el libro de hoy. No puedo sino llamarse el "Gran libro de animales". De tapas duras, páginas resistentes, fotografías precisas con fondos de color diferenciado y plano, este precioso volumen será sin duda la delicia de los amantes de los animales. Un destinatario ideal sería el abuelo que por mucho amor a la naturaleza que admita no sepa en el fondo (ni en la superficie) distinguir un perro de peluche de un oso panda, un pato de un pingüino. (Sí, Abuelo Guisante, lo digo por lectores como tú). En las páginas de este libro, con las imágenes siempre bien distribuidas para identificar fácilmente a los bichos, encontramos los animales clasificados: en el zoo, las crías, las mascotas, en la granja, las aves. Además usa una tipografía muy limpia de palo seco en minúscula, ideal para los seguidores de las teorías de Glenn Doman. Los fondos de colores planos y llamativos hacen resaltar las formas características de cada animal, no permitiendo que el alrededor confunda al pequeño lector. Para completar el encanto del libro encontramos en cada página una pregunta-adivinanza que podrá usar el padre-abuelo-tío cuando el niño sea mayor que Álvaro (en nueve días cumple 15 meses). 


La editorial laGalera edita con esmero esta maravilla de libro que sin duda dará mucho juego a los mayores para jugar con los pequeños a reconocer cada uno de los animales que en él se esconden. 


Hoy, de fondo, la dulzura de Rumer:



Mamás gatos y abuelos despistados

En el fondo sé que no es éste el lugar donde reseñar los dos libros de hoy, pero si tenemos en cuenta la finalidad del blog, servir de diario de lecturas y como desahogo a una madre primeriza, creo que por fin me decido a dar cuenta de dos álbumes ilustrados cuya autora firma al mismo tiempo esta reseña.

Todo ha ido muy rápido a pesar de haber escrito el primero de los textos hace más de cuatro años. Gracias a este blog, Mamá Luz (Ana Eulate) se puso en contacto conmigo para trabajar juntas. La alianza ha dado sus frutos y la semana pasada recibía las pruebas de dos álbumes ilustrados editados con mimo por  Cuento de Luz .

El primero en comenzar a ilustrarse fue "Los despistes del abuelo Pedro". El elegido para agrandar la idea primitiva fue Miguel Ángel Díez, genial ilustrador que, con paciencia y gran tino, ha construido los rostros de Óscar, su abuelo, la mamá y el genial gato Gárgamel.  Cierto aire nórdico, caras que enlazan varios planos al mismo tiempo, detalles cuidadosamente confeccionados, colores otoñales intensos y espacios originalmente presentados, ponen cara a un texto que siempre quise ver en papel. Creo que Mamá Luz acertó en enlazar el texto original con los pinceles de un artistazo como Díez. A partir de ahora, Óscar tiene rostro, el que quiso elegirle este maravilloso alicantino cuyos ocres, azules y verdes me han enamorado. Y es que si alguna vez habéis pensado que no había posibilidad de nuevos colores en el mundo os equivocabais, Miguel Ángel sabe dar granates que recogen desde el naranja del amanecer hasta el pudor de un sonrojo, verdes donde duermen pájaros insomnes y azules donde se encuentran todos los océanos posibles. Alucinante.

En la contraportada de la cuidada edición podemos leer el siguiente resumen:


Mi abuelo Pedro está un poco despistado: mete el pollo en la lavadora, confunde toallas con servilletas, guantes con calcetines, ¡y hasta se olvida muchas veces de mi nombre! Para evitar que el mal vaya a mayores ha venido a vivir a nuestra casa. Me alegra que esté con nosotros, aunque ya me he metido en más de un lío por intentar ayudarle. Pero haría lo que fuera para que mi abuelo no olvidase las cosas. Lo que fuera.
Y vosotros, ¿qué haríais por aquellos que queréis? La pérdida de memoria afecta a un gran número de ancianos. El cariño y la comprensión son la mejor manera de sobrellevar esta dolencia. ¿Qué mejor apoyo que la ayuda de un nieto travieso? En Los despistes del abuelo Pedro la enfermedad es enfocada desde el sentido del humor pues, ante los obstáculos, la mejor compañía es siempre una sonrisa.
Si alguien está interesado pero prefiere leerlo en inglés aquí encontráis algunas páginas completas.


Ya, lo sé, lo sé.
Os mencionaba dos álbumes, sí. Uno, ya lo estáis conociendo, se titula en inglés "Grandpa Monty´s muddles" (me encanta cómo queda el nuevo nombre al rostro pintado por Miguel Ángel).
El segundo es "Hijito pollito" y cuenta con una puesta en escena muy diferente. Nora Hilb, conocida ilustradora argentina que tomó una acertada decisión: elegir los lápices de colores como método para dar vida a los lindos personajes de este cuento. La dulzura que brota de los peculiares trazos del lápiz, el blanco que domina limpio e ingenuo el total de la página, las composiciones armónicas de Nora y sus divertidos detalles, hacen de la parte visual de este libro su punto fuerte. Desde que me llegó "Hijito pollito" no me canso de mirar al pequeño pollo y a su mamá gato. ¿Cómo? ¿Que no puede tener una mamá gato un lindo pollito? ¡Claro que sí! Os lo cuento ya mismo:


Es cierto que la mayoría de pollitos tienen mamás gallina, que los perritos tienen papás perro, los elefantes familias elefante y las hormigas hijas hormiga, pero hay familias diferentes. La mía, por ejemplo. ¡Ser diferente es genial! Yo soy un pollito y mi mamá es una gata. ¡Y me encanta! Pocos comprenden que para mí tener una mamá gata es lo más divertido del mundo. Mamá trota, tiene bigotitos con los que me hace cosquillas, una cola preciosa y un pelo muy muy suave. ¿Qué más podría pedir? ¿Queréis conocer mi historia?
Hijito Pollito es un cuento que aborda la diversidad desde el sentido del humor. Un cuento que sensibiliza sobre el derecho del niño a tener una familia basada en un amor que sobrepase el color de la piel, las diferencias y las fronteras.

Y sí, claro que "Hijito pollito" está editado también en inglés. Para quien no lo sepa contaré que Cuento de Luz, además de distribuir bajo pedido por Internet, tiene sus libros disponibles en América Latina, Estados Unidos, Canadá y por supuesto también en España. Y es que aunque joven, esta editorial sabe lo que hace. Ya ha recibido premios en Inglaterra y EEUU y a saber qué más éxitos va a labrar en el futuro. Me alegra enormemente poder colaborar con gente tan animosa y emprendedora.



lunes

Agujeritos


Guisantito tiene ya once meses. Este fin de semana comenzó a salirle el tercer diente de abajo y a dar sus primeros pasitos. Esta tarde caminaba tres, cuatro y hasta cinco pasos desde su papá hasta su mamá, daba palmitas, se giraba y vuelta a empezar. Estaba para comérselo. Es normal que con tanta emoción no haya querido dormir siesta alguna. Ahora que ya pasan quince minutos de las ocho de la noche, su padre intenta dormirlo tras la gran hazaña (y ración doble de potito y leche) mientras su madre intenta apaciguar una enorme contractura en la espalda.

Siguen pasando los meses y cada día sigue sorprendiéndonos el pequeño Álvaro con gestos, inquietudes y reacciones. Su miradita de pillastre lo vende como un futuro gamberrete. Los avispados ojos como un tío despierto y vivaz. Su cuerpecillo ágil e inquieto como un puro nervio lleno de curiosidad. No vamos a aburrirnos en los años que vendrán, qué duda cabe.

El orgullo de sus padres sigue hinchándose como un pavo real cuando agarra uno de sus pequeños libros, se sienta y comienza a hojearlo. Bien a veces las páginas cuelgan boca abajo, pero es tan tierno ver el interés que le pone, cómo pasa las hojitas (no siempre de una en una, para qué mentir) y qué decir de cómo busca con sus deditos los detalles de los personajes ilustrados... Ay.

Intento dejar siempre a su alcance libros que no pueda romper ni que le puedan hacer daño. Sobra detallar aquí que los libros con pestañas frágiles o páginas finas (fácilmente rompibles) quedan fuera de su alcance para leerlos sólo con atenta supervisión de sus papis para evitar mordiscos de páginas y tirones en las solapas. Uno de los últimos en llegar a su rincón de lectura es "¡Juega con la mariposa y sus amigos!", de la colección Dedos mágicos de Bruño. Este volumen resulta muy cómodo para los pequeños por su tamaño manejable y formas redondeadas (siempre hay que llevar mil ojos con las esquinitas y filos: la primera herida de guerra del pequeño fue con la página de un enorme libro). La forma de una mariposa marca el diseño total del libro, cuyas tiernas ilustraciones han llamado rápidamente la atención de Álvaro.

Aunque no sabe reproducir los sonidos de los animales ni tampoco nombrarlos como hace mi sobrino G. con cada uno de los animales de Noé, Guisantito mira atentamente cualquier bicho a su alcance, ya sea ilustrado o real. En este título de Dedos mágicos encontramos mariquitas, caracoles, un gatito, un perro monísimo, abejas mayas, un pez, una oveja, un gallo con su pollito, un simpático mono y un redondo elefante. Todos y cada uno de ellos aparecen ante el pequeño lector con formas suaves y dulces sonrisas. Gruber sin duda sabe captar la ingenuidad en contornos acariciables. Pero quizá lo que más llama la atención de los pequeños y diferencia a esta colección son los troqueles de forma circular que aparecen en cada una de sus páginas. El padre habrá de colar uno o dos deditos por ellos para simular el movimiento de orejas de perro o antenas de las abejitas, la trompa del elefante o la cola del gatito.

Miren siempre la edad  recomendada de los libros que regalen a sus hijos para que no les pase como a mí y se queden sin dedos con algún título para niños de a partir de 18 meses. Álvaro ha pensado que era más divertido tirar de las antenas y orejitas de los animales con toda su fuerza en vez de escuchar lo que cuenta cada animal. En efecto, aún me duele el anular derecho. No subestimen la fuerza de sus pequeños lectores, pero gocen con libros tan divertidos como éste, que tanto juego pueden dar. Con los troqueles pueden asomar un ojo, la lengua, la nariz y les aseguro que los niños se partirán de risa e intentarán imitarles, aunque no hayan cumplido aún el año.


Hoy de fondo, la primavera en la voz de Eva Cortés y el impecable piano de Pepe Rivero.

domingo

Texturas

Es nuestro segundo título de la colección "¡Sorpresa!" de Bruño y no nos cansamos de él. Lo compramos hace poco y desde el principio Álvaro se dedicó a curiosearlo de arriba a abajo, pasar las paginitas, levantar sus solapas y buscar las diferentes texturas con el dedito. Pensé en un principio que "Los bebés" era sin lugar a dudas el libro que había captado más la atención del peque hasta el momento, pues estuvimos dándole vueltas y mirando sus detalle cerca de veinte minutos (¡sorprendente!), pero, aunque el libro sea ideal para un niño de la edad de Álvaro (10 meses), fue su "momento lector" lo que había cambiado. Ahora se concentra durante más tiempo en las ilustraciones, quiere pasar las páginas solito, sostener el libro, mirar cada ilustración una y otra vez. ¡Y qué atención presta! Parece que todos sus sentidos estén volcados intensamente en lo que tiene delante.

"Los bebés" tiene ya en la portada una suave textura que imanta el dedito E.T. de los peques. Son todos bebés los que se esconden bajo las grandes solapas de las páginas impares (bebés rodeado de burbujas en el baño, bebés con chubasqueros, bebés con sombreritos divertidos...) y se rodean de cautivadores juguetes que hacen sonreír a los más pequeños. Se convierte entonces en un regalo idóneo para enanos curiosos y de dedo ágil (¡o torpe!).



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¡Sorpresa! Los bebés
Dorling Kindersley 
Bruño, 2008

miércoles

Nanas ilustradas

Increíble. Álvaro no deja de sorprenderme. Un libro tras otro me doy cuenta de que ningún libro es demasiado extenso, difícil, extraño o inadecuado si quien lo comparte con un bebé sabe mostrárselo adecuadamente. Esta mañana, bien tempranito, nada más despertarse mi fiera, lo he colocado en mi regazo y le he leído algunas de las nanas que la editorial Media Vaca seleccionó para este tomo. Su atención era infinita. Su disposición total. Con un dedito diestro y delicado acariciaba alguna de las bellas ilustraciones que Noemí Villazuma hizo brotar del papel con mimo y detalle para estas páginas. Un par de risitas al contemplar nuevas ilustraciones, bailoteo tenue al reconocer alguna rima, miradas de satisfacción y una ilusión tremenda en sus ojitos. Menudo sabor de boca me ha dejado el primer acercamiento a este libro con él. Es cierto que he elegido los poemas más cortitos y rítmicos, que algunas palabras las reconocía de oírmelas (le ha encantado el poema "La nana de Julia" de Goytisolo y manoteaba alegremente), pero sin duda la elección de poemas y las maravillosas ilustraciones logran atraerlo.

Cuando nos acercamos a un libro nuevo, especialmente ahora que el peque está tan activo y tiene curiosidad por todo lo que le rodea, selecciono los textos (la lectura lineal resulta tarea ardua aún), le permito volver a leer páginas ya leídas y, por supuesto, le describo cada dibujito que le llama la atención. Sobra decir que cuando deja de interesarle lo que tenemos delante, el libro desaparece elegantemente hasta la próxima ocasión. Nunca lo presiono para que preste atención, ¡tenemos mucho tiempo y nunca leer ha de ser una obligación!

Media Vaca acierta con esta selección de variadas nanas (las más visitadas son de Mistral y Fuertes) escogidas por Herrín Hidalgo para este volumen. Una auténtica joya también para regalar también a adultos.


lunes

Bandadas de pájaros

Hasta ahora había sido un secreto, pero ayer me confesé por primera vez y hoy lo hago público: me pueden las bandadas de pájaros. Me emboban, me prendan, me hipnotizan. No seré la única, pero no dudéis que si lo admito en voz alta es porque la cara que se me queda es de absorta adoración. No conozco a nadie a quien le ocurra con tanta intensidad. Como a una niña se me entreabre la boca enmudecida y los ojos de par en par me brillan como si estrenaran el mundo. Es fascinante contemplar un conjunto de aves volando juntas, con la fuerza del grupo, azotando el cielo, desplazándose como seres superiores sobre nuestras cabezas. Soy capaz de descuidar cualquier actividad que me ocupe llegando a ser peligroso si es el volante lo que tengo entre las manos. Cuando voy conduciendo sola, especialmente entre los campos vacíos que encuentro cuando sobrepaso Jumilla, me gusta tocar el claxon para ponerlos en movimiento. Al menos es lo que deseo cada vez que veo un gran número de pájaros cotilleando en lo alto del cableado. No siempre me atrevo, es cierto, y menos si va durmiendo en el asiento de atrás el pequeño tigre Guisantito.

No queda mucho para convencer a Álvaro que provocar el vuelo en masa puede ser la más hermosa imagen en movimiento. Haremos palmas, bajaremos la ventanilla y gritaremos, bailaremos tontamente hasta conseguirlo. Porque las bellas manías deben ser heredadas con el encanto de la inocencia, como un ritual de descubrimiento de lo bello en grandes dosis instantáneas. Quizá Guisantito ya me intuye el rito aún no transmitido y por eso escuchó atentamente las palabras que mi imaginación añadió a "Piccolo y Nuvola", un álbum ilustrado de Emilio Urberuaga sin ningún contenido textual. Todo ilustración, este título sorprenderá por la sencillez de su composición y de cómo logra emocionar sin el uso de la palabra. El simbolismo, la fuerza del blanco y el negro y la capacidad de regalarnos todo un paradigma mediante nubes y pájaros, hacen de este libro un acierto editorial de Narval. Me sorprendió que el peque atendiera hasta la última página (no intentó comerse ninguna, ni lo cogió para girarlo, ni nada). Escuchó apaciblemente cómo yo ponía nombre a los cielos surcados por nubes negras, pájaros curiosos, aviones de guerra, humo de sucias fábricas o ruidosos barcos. Fue tremendamente hermoso ternerlo sentado sobre mis rodillas y descubrir que soy capaz de calmar sus ganas de juego a través de un libro hermoso una vez más. Y sé, vaya si lo sé, que conforme pasen los meses la lectura se hará más intensa, más voluntaria, más buscada. Ahora es sorpresa, color, curioseo, pero poco queda para ser un placer, un regalo, un rito.



Y Carlos Vudú ambientando

sábado

¿Dónde está...?

Cómo pasa el tiempo... Álvaro ya no es ningún guisantito. Qué duda cabe. Nos encontramos con los primeros pasos, la primera fiebre, las primeras caídas, los primeros avances con el lenguaje y muchos más kilos de los que cabría esperar en un pequeño guisante. El día a día es un no parar: toda madre lo sabe. Y es que si ya antes era curioso, con nueve meses parece querer saberlo todo. Como puede además moverse donde quiera, alcanzar objetos altos, gatear bajo las mesas, levantar alfombras, abrir cajas, etc.,  todo llama su atención. Sigue mirando a su alrededor como si quisiera comerse el mundo. Los espacios nuevos le requieren gran tiempo de análisis; ¡parece memorizar la posición de cada objeto! A veces parece que sólo tiene ojos (¡y pestañas, qué envidia!).

El libro de hoy lo venimos leyendo ya tiempo y hasta podemos decir que lo tiene sobado de más (ejem, y mordido también). "¡Splis! ¡Splas!" es uno de los títulos de Sonidos sorpresa editados con gran acierto por Bruño. De formato considerable, esquinas redondeadas, hojas gruesas y llamativos colores, este libro cuenta con la diferencia de incluir sonidos en sus pestañas. Ya hemos hablado de ambas cosas en estas reseñas; no creo que haya nada más divertido para un niño de esta edad que el poder descubrir objetos bajo solapas o encontrar asociado un sonido a los personajes escondidos. El contenido del libro está perfectamente presentado, con bonitas fotografías, letras grandotas, objetos claramente representados y simpáticos bebés sonrientes. En las páginas pares hallamos a un bebé en un momento del baño (secándose, en la bañera) y a su alrededor vemos un escenario con divertidos objetos (regaderas, barquitos, redes de pescar...). El texto nos induce a ayudar al protagonista ("El bebé no encuentra su pececillo... ¿Dónde estará escondido?") y en las páginas impares tendremos la oportunidad de guiar a nuestro pequeño a encontrar el objeto en cuestión levantando diferentes solapas hasta acertar. Los textos de Dawn Sirett permiten interactuar con el pequeño en un diálogo ameno ("¿Dónde estará?" "¡No, no, aquí no está!"). Un detalle interesante es que no todas las solapas se levantan en el mismo sentido, lo que mueve al bebé a no acostumbrarse a un sólo movimiento de pestaña, sino que habrá de manosear con su deditos y averiguar hacia dónde puede abrirlas. Si a todo esto sumamos los divertidos sonidos que se activan al encontrar la pestaña ganadora damos con un acierto para regalar y leer a nuestros cachorros. Una monería que sin duda os alegraréis de tener en casa, pues además podréis escoger entre otros simpáticos títulos de la colección (con animales de la selva, vehículos...). Por experiencia os aconsejo cuidado a la hora de acercar las pestañas a la boca de los pequeños... En esta etapa todo está tan apetecible...



Y de fondo Jo Hamilton

lunes

Shhhhhhhhhh

Cada día Guisantito se muestra más simpático. Cierto es que cuando llega a un lugar nuevo o con gente que no conoce precisa de un tiempo de curioseo; sólo cuando ya ha escaneado todo su alrededor despliega su talante más cautivador. Caras de pirata, sonrisas infinitas, carcajadas imitadas aún con torpeza de aprendiz, silabeos encantadores, son sólo una parte de su repertorio de monerías. Otras muestras de simpatía (siempre con la sonrisa en la cara) son las palmitas, adiós-adiós, hola-con-la-manita, no-sé no-sé con los hombros o baila-baila-baila. Distingue ya a determinadas personas dentro de su escala de interés. Los bebés como él no le llaman la atención, pero sí los niños más mayorcitos, especialmente cuando le incitan al juego. ¿Os imagináis cómo se comporta entonces con sus hermanos mayores, que le adoran y regalan todas las gracias y mimos del mundo?

Esta noche hemos marcado un antes y un después en las rutinas del peque. Tengo decidido que cuando estén aquí M. y R. serán ellos quienes les lean. ¡Cómo ha disfrutado! Su hermana ha visitado nuestro ya libro favorito "La gallina Cocorina". Cada vez que la protagonista consolaba a sus polluelos con un "abrazo del ala" se estrujaban entre risas. El hermano ha sido más audaz y ha leído un cuento inquietante, de extraños sonidos en la noche. Éste va a ser nuestro libro de hoy: "¡Cuánto ruido!"

Del prestigioso ilustrador Max y publicado con redondeadas esquinitas por Anaya, "¡Cuánto ruido!" es un libro ideal para la hora de dormir. Que conste que es sólo apto para lectores sin vergüenza y con mucha gracia, pues está lleno de soniditos que deben exagerarse todo lo posible. También conviene imitar el sigilo que Dani y su amiga Renata muestran cuando se aventuran en la oscuridad de la casa para averiguar qué extraño sonido no deja que duerman. Las ilustraciones, de negro y grueso trazo, divertidas formas y encantadores ambientes, resultan llamativos para los más pequeños. Personalmente me quedo con las largas patas de Renata y la carita divertida de Dani, son geniales.



Y las hojas tintineando de fondo con Julie Peel

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¡Cuánto ruido!
Max
Anaya, 2004