domingo

Colecciones mágicas


Hay libros que desde la primera página ya uno sabe que se van a convertir en una de nuestras lecturas preferidas. Quizá con "La coleccionista de palabras" la magia nació ya desde la portada. Sabremos sin abrirlo que esa extraña niña que atesora letras y letras ya se nos antoja simpática. Tiene la pequeña un escandaloso pelo encarnado lleno de caracoles, una divertida sudadera con capucha y una preciosa y mullida faldita. Definitivamente Luna nos cae bien.

Al pasar las primeras páginas el pequeño gran lector se encontrará con letras desparramadas que irán poniéndose en fila ante sus ojos sin dificultad para la lectura. Letras impregnadas de una sencillez y belleza que encandilarán a cualquiera que se sumerja en este libro. La historia narrada es quizá un reflejo de la insustancialidad que nos rodea hoy día pero mirada, eso sí, desde la ingenuidad y la belleza de quien sabe observar el mundo con un caleidoscopio en vez de con gafas a la moda y quiere aportar su granito de sortilegio a la rutina. Sonja Wimmer tiene en los ojos el velo necesario para colorear el aburrido avanzar de los relojes. Guisantito y yo somos fans reconocidos. ¡Qué duda cabe!

Álvaro miró atentamente las preciosas ilustraciones de este libro. Son tan rebonitas que no me extrañaría que en vez de escritor como papá nos saliera dibujante. Con libros como éste me da por pensar en todas las cosas bellas que quiero enseñarle y entonces recuerdo los versos de Joseda Espejo hablando de los placeres irrenunciables de esta vida o las razones para vivir que Allen recita en "Manhattan" (Groucho Marx, Willie Mays y el segundo movimiento de la Sinfonía de Júpiter...) y me insto a redactar mi propia lista de "cosas que he de mostrar a Guisantito". Sé, por ejemplo, que quiero pintar con él acuarelas una tarde de lluvia, encender un fuego, pasear por el Valle de Arán, ver glaciares, rebuscar libros de viejo, asistir a cientos de conciertos, aprender a tocar la guitarra, poner nombre a una mascota...



¡Le pienso mostrar tantas cosas bellas!


sábado

Libros bajo el brazo

Adelanté ya que Guisantito iba a nacer no con un pan ni con un libro, sino con tres libros.
Aquí va el primero de Papá Guisante, ya la venta en las librerías y por Internet.



El booktrailer es magnífico, profesional profesional.

El segundo se presentó esta semana. Lo pasamos genial.






El tercero salió ya algún tiempo. Es una novela juvenil cuya lectura encantará a los jóvenes más atrevidos:

viernes

Una cuestión de huevos

Leemos, claro que leemos. Leemos, por ejemplo, cómo el pollito Pío nos muestra los números y cómo la gatita Lúa nos enseña los opuestos mientras comemos. Pero también leemos libros ilustrados, ¡y nos encanta!

Al principio el pequeño lobito* bostezaba o gruñía, pero ya hemos encontrado la posición idónea para leer juntos. Cuando le doy pecho a veces le narro mientras me mira fijamente a los ojos, pero la postura que más nos gusta es compartiendo techo: boca arriba los dos en la cama. Así yo leo y él observa las ilustraciones. ¡Se queda embobado!

A lo que no nos da tiempo es a contar lo que leemos. ¡Tenemos tantas cosas para hacer! Papá presenta un libro el martes y andamos metidos en dossieres de prensa, marcapáginas, invitaciones... Además, mamá aún tiene médicos y líos.

Hoy por fin vamos a contar qué nos pareció "Tamino Pingüino y el asunto del huevo". Empezaremos por decir que este libro ya se leyó antes de aparecer en casa Guisantito. Eso sí, la lectura de ahora ha sido mucho más rica. Primero por cómo nos hizo recordar ciertos momentos de los primeros días junto al pequeño y segundo por la enorme sonrisa con la que Álvaro respondió tras la lectura a "¿te ha gustado?" Su madre casi se hace pipí de alegría. Sobra decir cómo me sentí al leer lo siguiente:

Papá y yo nos sentamos muy orgullosos sobre el huevo para empollarlo. Días tras día, noche tras noche. Fue bastante duro. Nos turnábamos para dormir.

Jajaja. Sí, el pequeño Álvaro nació de noche ya (durante un Barça-Madrid) y coger el ritmo de sueño nocturno nos ha llevado casi dos meses. El peque prefería mirar las cortinas y jugar a tener los ojitos cerrados. Y como además es comilón... ¡Imaginaos!

Creo que esta historia dará pie a muchas preguntas cuando mi precioso niño sea más grande. El libro es de hecho una motivación para la curiosidad sobre la verdad del "dónde vienen los niños". Christian Berg y Carola Holland  juegan sabiamente con las posturas habituales de negación y vergüenza de los adultos ante el tema. Suerte que la naturalidad de mamá pingüino acaba triunfando y Tamino, el protagonista, conseguirá saber cómo nacen los pingüinos y así poder reconciliarse con su chica, que lo tiene por demasiado infantil para mantener una relación seria.

Las ilustraciones llenas de contrastes cromáticos llamaron mucho la atención del enano. Blancos y negros pingüinosos y azules y amarillos llenan las páginas de esta preciosa historia publicada por Juventud.

¿Debo insistir en cómo se iluminó mi mirada cuando el peque sonrió al final de la lectura?

Y ahora os dejo, que se acaba de despertar. (Qué reguapo está, ay)



*nombre usado por su padre y cada vez más aceptado en la casa por sus lindos y habituales aullidos