viernes

Muac!

Besos, besos no defrauda. La calidez de las ilustraciones de Selma Mandine brindan ya desde la portada un aroma a algodón de azúcar y su interior os aseguro que no es menos dulce. Besos, besos presenta un diálogo entre un niño (de redonda cara y divertida nariz) y su osito de peluche. El pequeño satisface la curiosidad de su mascota amiga contándole todos los tipos de beso que existen. Así encontramos los besos babosos de su perro, los besos con barba que pinchan pero divierten, los sonoros, los que manchan de chocolate y esos besos tan especiales que te llegan a sonrojar...

La redondez de las figuras, el espacio armonioso de las escenas y la perspectiva del conjunto dan a las ilustraciones el poder de apaciguar al lector, permitiendo que su mirada acaricie cada línea y no deje de sonreír a cada página.

Imagináis bien si creéis que Guisantito se ha desternillado de risa con el beso lleno de babas del perro. ¿Y cómo no iba a hacerlo, si el osito debe esconderse bajo un paraguas para no calarse hasta las costuras? Yo, más romanticona, me quedo con el tímido acercamiento al primer amor y la ternura del primer beso.





BS: Kiss my name, Antony & the Jonhsons




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Besos, besos
Selma Mandine
Ediciones Jaguar, 2009

jueves

Estrellas brillantes



Coincidiendo con la ola de frío polar Guisantito y yo leemos Miki, de Stephen Mackey. La carita de esta niña, sus mejillas sonrojadas, sus ojitos esquimales y su abrigo mullido nos han caído simpáticos y el paisaje invernal es apropiado para este tiempo de bufandas, la verdad.

Con este libro nos hemos decantado cada uno por un personaje; Guisantito se queda con el simpático Pingüino (sin duda han ayudado mi fingida voz aguda leyendo sus palabras). Lo ve menudo y gracioso y le ha despertado mucho la curiosidad su traje especial para bucear y su aparato para generar energía.

Yo, por mi parte prefiero al Oso Polar. Sólo sus pies son más grandes que Miki, pero su carita de bonachón y su cuerpo de peluche lo hacen entrañable. En todas las posturas que aparece dan ganas de darle un pelllizco o estrujarlo muy muy fuerte. 

Ambos harán lo imposible por ayudar a su amiga Miki cuando ésta desaparece bajo las heladas aguas del Polo. Lo que no saben es que tras la aventura submarina encontrarán el objeto preciso (y precioso) que iluminará para siempre sus vidas: una brillante estrella marina. 








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Miki
Stephen Mackey
Lumen, 2009









BS: Tajabone, Ismael Lo

miércoles

Cuando un dragón se enamora...

¡Monísimo! Definitivamente Ana y Andrés Guerrero me tienen enamorada.

Hoy hemos conocido gracias a Anaya el libro "El dragón frío". Y es, a pesar de su sencillez, una historia tremendamente divertida. Bien es cierto que mientras iba leyendo sus páginas tenía que ir explicándole a Guisantito ciertos códigos de la conducta romántica (aún no conoce la costumbre de enviar flores a quien te gusta y menos aún entiende cómo es el cosquilleo que te llena la cabeza y el estómago de mariposas cuando estás enamorado).

El pobre dragón protagonista siempre ha tenido el complejo de no poseer la cualidad característica de los de su especie: el fuego interior. Ni estufas ni bufandas consiguen que Óscar se caliente. Su aliento es frío y su piel apagada y azul. Ni doctores ni pócimas consiguen ayudarle.

Pero el amor todo lo puede e incluso fuerza a la casualidad a un tierno cortejo dragonil. Óscar, que se había hecho todo un dragoncete hecho y derecho sin ni siquiera encender una vela de un soplido, consigue gracias a un beso subir su temperatura. ¡Y de qué manera!

Guisantito, tras mis breves explicaciones, ha comprendido a la perfección el humor latente en estas páginas y se ha reído mucho. Su ilustración favorita es aquella en que Óscar va cambiando de color gracias a la acción de los labios de la dragoncita. A mí me encantó cómo luce entre bufandas y estufas con carita asustada.

Lo cierto es que para ser tan cortito este libro da mucho juego para explicar un montón de temas al peque. Y los dibujos son tan lindos...



BS: Jumeji´s theme, de Ara Malikian


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El dragón frío
Ana y Andrés Guerrero
Anaya, 2010

lunes

Poemas ilustrados (I)

Hoy comienzo a leer poesía a Guisantito. Igual que su mamá va a comenzar con los versos de Miguel Hernández. Mi primer libro de poesía me lo regalaron mis padres y se titulaba "Miguel Hernández para niños". Seguro que en esta edición de Kalandraka habrá algunos de aquellos preciosos poemas.

Mi primo Pedro Jesús me regaló el día de su boda el precioso libro "Miguel Hernández: 25 poemas ilustrados". La edición es exquisita en todos los sentidos y las ilustraciones son tan variadas que creo que me va a llevar tiempo reseñarlo. ¡Hay mucho que decir de este libro!

Ando cansada (hoy guisantito no sólo ha nadado en la piscina para gorditas, también ha estado meneándose en danza del vientre; demasiado para un día laborable). Mañana seguiré con esta reseña, pero antes conectaré la voz de Alondra Bentley y leeré en voz alta (dulce y clara a pesar de los restos de la gripe) el poema "Menos tu vientre", ilustrado en este libro por Pep Monserrat.



BS: I feel alive, Alondra Bentley




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25 poemas ilustrados
Miguel Hernández
Kalandraka, 2010

jueves

La belleza

Hay quien compara a Benjamin Lacombe con Rebeca Dautremer. En la ilustradora francesa es fácil reconocer la dominancia de los tonos rojizos en la creación de una atmósfera mágica. Lacombe no realiza ilustraciones menos hermosas, pero se comprueba en sus obras otro estilo más plural e igual de reconocible. Lacombe parece detener el tiempo mediante un recurso difícil y de bello resultado: la elección precisa del instante mediante el color, la perspectiva y la captación de lo emotivo.

En las páginas de Los amantes mariposa un carro en movimiento parece haberse detenido para dejar un silencio oportuno a los protagonistas que dialogan, los viandantes de un mercado congelan generosamente sus sombras y conversaciones para respetar un tierno abrazo e incluso la lluvia parece detenerse al llegar a los kimonos blancos para alargar el momento y aportar intensidad a la acción narrada.

El blanco atrae la mirada del lector para empañar con tibieza y un aura sosegada cada ilustración. El claro del crepúsculo, la luz de un kimono o el rostro empolvado de una joven tornan cercanos sus dibujos irradiándolos de cálida y tranquila solemnidad. El ritmo es lento en sus colores y la lectura se ve atrapada en este tempo nada propio de Occidente.

A Guisantito le ha encantado jugar con el troquel de las guardas del inicio. Está tan precisamente elaborado que nadie podrá enredar sus deditos y estropearlo. Su apariencia (engañosa) de fragilidad nos presenta un misterio velado, unas pequeñas mariposas que aletean cabe la luz de un farolillo de papel. En el amor somos todos un revoloteo ciego, la luz nos atrae pero nos exhibe, nos pone en peligro ante nosotros mismos.

Es tremendamente extraño darse cuenta que en la panza de una hay una personita que tiene todo el mundo por descubrir. Ni siquiera conoce la tristeza más que por el eco de las lágrimas que puedan llegarle de su madre.

Leyendo estas páginas comprendía que era mi experiencia la que me llevaba a intuir la tragedia del relato. Guisantito no podía captar ningún desenlace triste porque nada conoce todavía que le lleve a pensarlo. Él habrá de conocer la luz y la sombra por sí mismo y poco podremos hacer sus granjeros (mamá y papá Guisante) para evitarlo.

Hermoso libro. Sin duda.
Precioso.

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Los amantes mariposa
Benjamín Lacombe
Edelvives, 2009



Música: Aisha, de Ashkhabad

miércoles

¡Mejor a rayas!


















¡Nos encanta este perrito! ¿Veis qué cara tan graciosa tiene ya en la portada? ¿Cómo? ¿Que no parece un perro? ¡Ya estamos otra vez! ¡Todos lo confundís con otros animales! ¿Un osito? ¿Una oveja? ¡No, hombre, es un perrito! 

Lo sé, es tan blanquito y está tan limpio que a veces ni se le ve en un fondo claro, ¡como si fuera un fantasma! "Un día fue a la nieve y nadie pudo verlo" (me encanta la carita triste que Copo pone en esta página, ¡todo él es ojitos y boquita!). Al final vais a conseguir que Copo no quiera ser él mismo y se disfrace. ¿Y qué le pasará si se pinta de negro? Claro, nadie lo verá en la oscuridad, pobrecito. 

Guisantito escoge la última ilustración de Ana Guerrero como su favorita (¡cómo se reía al ver a Copito pintado a rayas!). Lo cierto es que también he sentido cómo le alegraba oírme exclamar "¡Ras! ¡Ras! ¡Ras!" cada vez que se pintaba de colores o ladraba un divertido"¡Guau, guau!" para que los demás animales lo reconocieran como un perro. ¿Por qué les llamará tanto la atención las exclamaciones a los guisantitos? Debo de poner voces muy divertidas mientras leo (¡hasta he mirado por la ventana para que nadie me viera poner cara de perrito enfadado!). 

Lo cierto es que el texto de Andrés y Ana Guerrero para Anaya es una delicia: sencillo pero encantador. ¡Viva la originalidad! 


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Un perro blanco
Ana y Andrés Guerrero
Anaya, 2010




Banda sonora: Happier, de A Fine FRenzy

martes

Comparte con otros niños, Guisantito



En este momento todo gira en torno a Guisantito. Nada le hace competencia en el mágico lugar en el que está. Se lleva mis mejores nutrientes (sólo hace falta comprobar el estado ínfimo de mis defensas, ¡atchís!) y el lugar más cómodo que se pueda encontrar (¿alguien lo duda?). Eso sí, cuando salga de esa cómoda cuna y vaya creciendo deberá aprender a compartir. Su mamá ya no irá siempre con él y no lo mirarán con expectación (¡oh, en esa panza hay un guisantito creciendo!).


El libro de hoy parecía de primeras demasiado infantil, pero finalmente me ha agradado su lectura. Ya, algunos os preguntáis: ¿demasiado infantil para Guisantito? y explico esto: en "Los libros del guisantito" no busco reseñar libros "fáciles" de leer sino infantiles. Mis favoritos en realidad son los álbumes ilustrados, no aptos para todos los peques y mucho menos para todos los grandes. Aunque algunos penséis que Guisantito no entiende nada de lo que yo le digo (vale, cedo en que no sea capaz de comprender la Teoría de las supercuerdas, pero eso debe ser por influencia mía no por incapacidad propia), debéis entender que yo no busco libros para un niño que aprende a leer por sí mismo, sino tiernas lecturas que nos hagan disfrutar con sus historias e ilustraciones a ambos. Son mis sensaciones las que le hago llegar, emociones de inocencia, sorpresa, curiosidad, embeleso, alegría...

En principio "¡Comparte, por favor! Historias de Conejito" aparentaba ser un librito para niños pequeños, no para mamis que disfrutan leyendo con sus hijos. Pero, ¿quién lo iba a decir?, la sencillez de su historia se ayuda de las caritas preciosas de dos personajes que querremos seguir conociendo: Conejito y Ardilla. Reconozco que me ha engatusado la sonrisa del blanquito conejo que presta sus juguetes y que me encanta poder escribir en una reseña la palabra "ardillita" (así me llamaba mi gran amigo Antonio de niña y cada vez que pronuncio esas letras seguidas se me pone carilla de traviesa mellada).

El libro, como bien anuncia en su portada, trae sorpresas en sus páginas. Guisantito ha elegido como favorito quizá el más sencillo de los pop-ups y lengüetas que aparecen, pero no por ello el menos lindo; la ilustración representa a Conejito y Ardilla sumergidos en una piscina hinchable (¡tiene tapón!). El protagonista de la historia lleva gafas de bucear (creo que a Guisantito eso le ha hecho mucha gracia) y con la ayuda de la ingeniería de papel de Bruño, moviendo una pestaña Conejito acerca un barquito hasta Ardilla. La fuerza con la que hay que empujar la pestañita y el movimiento del barco tambaleante (como si navegara por un auténtico océano) es adictiva (barco va, barco viene, barco va, barco viene...). A mí, como infantil mamá guisante que soy, me ha gustado la manera en que el personaje de Ardilla (atado con un cordón rojo al libro) se pega en otra de las páginas al culo adhesivo de Conejito mientras monta en triciclo. Aquí encontramos añadido el sentido del oído: ¡me encanta el sonido que hace Ardilla al despegarse!

Nota:
Este libro lo hemos disfrutado con el divertido Carosone de fondo.
Aviso:
No entiendo su dialecto (vaaaaaaaaaaaale, hablo de dialecto cuando tendría que decir su idioma en general). Si comprueban que alguna letra no es adecuada para niños...¡Sssshhhhhhhhhhhh!



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Comparte, por favor
Bruño, 2008



BS:  Renato Carosone


Princesas sabias


Con las Piezas Líricas de Grieg de fondo, Guisantito escucha el primer libro leído especialmente para él. Se llama "Los príncipes azules destiñen", publicado en Beascoa, y ya sólo el título me encanta. Está escrito e ilustrado por Teresa Giménez y es realmente una monería.

Siguiendo con lo expuesto en la paradoja de Schrödinger, Guisantito no será niño o niña hasta que no deje ver si tiene pistolilla o no (¡el próximo martes!) . Tenga lo que tenga entre esas piernecillas modosas, esperamos darle una educación abierta y libre de la mayor cantidad de prejuicios. Lo cierto es que me alegra que libros como éste vayan a ayudarme en su formación desde la más tierna infancia (¡y tan tierna!).

El humor y la ruptura de tópicos se unen aquí en una sencilla historia de búsqueda del amor ideal. Nunca es temprano para aprender que no debemos dejarnos llevar por ciertos roles y metas impuestos desde fuera. Cada cual tiene su propio camino y lo perfecto para uno no ha de serlo para los demás.

Nuestra princesa de cuento vive obsesionada con la idea del príncipe azul. Cada personaje tiene su propia imagen de ese ideal pero un día la protagonista se encuentra con una maravillosa verdad, su propio príncipe:

"¡Y luego apareciste tú! Y no eras azul, ni perfecto, ni eras verde, ni amarillo... ¡Eras de todos los colores!"

Qué bonita representación de la felicidad amorosa: "eras de todos los colores". ¿No es preciosa la imagen?

A Guisantito y a mí nos ha gustado la sencillez de la ilustración, que evoca un mundo tranquilo y sin complicaciones. Especialmente nos han encantado las páginas en las que hay príncipes azules tendidos como colada desteñida o la originalidad de los árboles del cuento (¡sus copas son corazones sobre troncos a rayas naranjas!).

Eso sí, a ambos nos queda una curiosidad, ¿quién es la simpática gatita que acompaña a la protagonista en sus páginas? ¿Es la gata de la autora? Nombra a un gato en su presentación, pero... ¡queremos saber más de ese gato! Parece tan lindo en su versión ilustrada... De esa forma no me da por estornudar (ya, mi gripe sí lo hace, pero la gripe se pasa, la maldita alergia gatuna no).


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Los príncipes azules destiñen
Teresa Giménez
Beascoa, 2008













Primeras palabras

Ya. Lo sé.
Sé que Guisantito no llega a los 5 meses, que parezco una loca hablándole a mi tripa y que a las 18 semanas pueda ya oír desde el vientre materno no significa que entienda nada.

Sí, ¿y?
Yo voy a leerle. Aunque no entienda en verdad las palabras sé que sentirá mi sonrisa y mi curiosidad por los pequeños personajes de estas historias.

Este va a ser su diario de lectura.
Va por ti, Guisantito.



Foto: Inma Alcázar