Tengo unas ganas tremendas de ver el mar. Son ya meses sin su olor dulzón, su turquesa calmo, las arenas niñas... Hoy ha sido el día de "La isla de los cangrejos violinistas" y Guisantito ha escuchado en mi voz la historia de Xavier Queipo con la boca abierta.
Una sociedad sin prisas se nos aparece en este relato. Sabios ancianos, quehaceres primitivos y la naturaleza como lugar de juegos. La pequeña Moi revoluciona la isla alimentando a los cangrejos. Un capricho de la joven será el motivo de la transformación de toda una tribu. Historia curiosa y bella, qué duda cabe.
El peque se ha embelesado por el sonido de palabras que ni siquiera de grande escuchará: maragotas, juereles y barracudas, yuca, malanga y mandioca. Leídas de corrido ya provocan un ritmo particular, un ritmo que no es nuestro y que nos cautiva como un idioma extraño oído por primera vez. Imagino que Guisantito lo escuchará así ahora todo, como nuevo y mágico. Está aprendiendo a reconocer los sonidos y asociando emociones.

A Guisantito le han encantado los peces y los cangrejos. A mí las orillas y los bombachos.
¡Quiero llevar a Guisantito a ver el mar!
BS: Estambul, Caravasar
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La isla de los cangrejos violinistas
Xavier Queipo y Jesús Cisneros
OQO, 2009
Dan ganas de leer cada uno de los libros que ya conoce tu gusano... es curioso que sin haber visto la luz o el mar nazca con la curiosidad de sentirlos...
ResponderEliminarMientras deseo que el gusano se convierta en una magnífica mariposa, te mando besos volados y abrazos calentitos desde otras islas azules para que no pasen frío este invierno.
Melissa.
Ay, gran canaria mía.
ResponderEliminarOjalá cerrara los ojos y al abrirlos estuviera en tu maravillosa isla azul. Tu risa hace más cálido el más frío de los inviernos.
Gracias por seguir ahí, a pesar de la distancia y el tiempo.
pd: ¿Quieres arroz? He hecho de sobra.