
Con el tiempo he preferido darme una explicación más poética. Aunque sepa que para alimentar a mi Guisantito la sangre bombeada por mi corazón ha aumentado hasta en un 50% y que mis pulsaciones también sobrepasan su media, me gusta imaginar que en mi pecho se está haciendo una cunita para él y que ésa es la razón de que sienta latir venas y cartílagos con tanta intensidad. Mi corazón se está preparando para quererlo y siento cómo se expande para hacerle un hueco enorme y tierno.
Me encanta imaginar cómo este tiempo que Guisantito duerme (¡y patalea!) en mi vientre nos forja un vínculo irrompible. Por eso hablamos cuando estamos solos, nos damos mimos (la semana pasada me acariciaba la barrigota en clase sin darme ni cuenta), escuchamos música (a veces la escucha él solo con sus auriculares mientras yo duermo una siestecita) y sentimos el exterior con la alegría y curiosidad de quien vive todo por primera vez (sí, yo lo vuelvo a ver todo de nuevo con ojos vírgenes y a veces la sorpresa viene por no medir el espacio y el tamaño de mi cuerpo y ¡plof!).
Y es que, como anuncia la contraportada del libro de hoy, "el corazón de una madre no es sólo un músculo que late sin parar. Es un lugar mágico donde suceden las cosas más extraordinarias...". Como en las guardas de Corazón de madre, la vida nos ofrece ilusiones ópticas que nos hacen dudar sobre nuestra perspectiva del mundo. Multitud de corazones azules sobre un fondo rojo pueden llevarnos a reflexionar sobre la esencia del color, los límites, la forma, la repetición, la mirada... La percepción ante mi embarazo varía multiplicándose en complejidad e ilusiones. Admito que mi posición ante la llegada de Guisantito siempre ha sido de alegría salvo los momentos en que temía por su salud, pero conforme van pasando los días, se presenta ante mí un futuro cada vez más rico. Guisantito, ¡cuántas cosas vienes a regalarme! Veremos qué tal lidiamos tú y yo con resfriados e insomnios, prenda.
En Corazón de madre Isabel Minhós acierta en descubrir cuáles son las grandes alegrías y los intensos miedos que encogen y agrandan a nuestros corazoncitos de mamá. Los miedos ante los peligros que rodean a nuestro pequeño, la satisfacción de ver cómo descubre por sí mismo el mundo, la tristeza de la lejanía o la euforia del reencuentro son expresados en estas páginas de forma poética.

Me ha gustado proyectar mi rostro en los rasgos de esta madre sonriente que ve a su hijo crecer. Me hace enormemente feliz planificar juegos en la arena con Guisantito, participar de su primer baño en el mar o reír juntos a carcajadas con las payasadas de Papá Guisante.

Música: Postcards from Italy, de Beirut
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Corazón de madre
Isabel Minhós y Bernardo Carvalho
Libros del Zorro Rojo, 2008
Papá Guisante es tan feliz que no sabe cómo decirlo. Papá Guisante no es muy bueno diciendo que es feliz o que está triste. Pero se le rompe el pecho de alegría de pensar en su burbujita dentro de ti. Y le aletean mariposas en el estómago cuando piensa en un día de marzo o de abril, cuando le ve las uñas de los dedos meñiques.
ResponderEliminarSé que Garbansita no tendrá celos de su hermano. Dice que es su amigo y me ha prometido ayudarme a cuidarlo y enseñarle todo lo que ella ya sabe :-) ¡Qué mágica la percepción de una niña de apenas 2 años! Además de los libros que comentamos, yo les cuento aventuras en las que participan ambos ya, espero que eso los una aún mas.
ResponderEliminarGracias por esta nueva entrada, Marta.
Conchi O.