miércoles

Nanas ilustradas

Increíble. Álvaro no deja de sorprenderme. Un libro tras otro me doy cuenta de que ningún libro es demasiado extenso, difícil, extraño o inadecuado si quien lo comparte con un bebé sabe mostrárselo adecuadamente. Esta mañana, bien tempranito, nada más despertarse mi fiera, lo he colocado en mi regazo y le he leído algunas de las nanas que la editorial Media Vaca seleccionó para este tomo. Su atención era infinita. Su disposición total. Con un dedito diestro y delicado acariciaba alguna de las bellas ilustraciones que Noemí Villazuma hizo brotar del papel con mimo y detalle para estas páginas. Un par de risitas al contemplar nuevas ilustraciones, bailoteo tenue al reconocer alguna rima, miradas de satisfacción y una ilusión tremenda en sus ojitos. Menudo sabor de boca me ha dejado el primer acercamiento a este libro con él. Es cierto que he elegido los poemas más cortitos y rítmicos, que algunas palabras las reconocía de oírmelas (le ha encantado el poema "La nana de Julia" de Goytisolo y manoteaba alegremente), pero sin duda la elección de poemas y las maravillosas ilustraciones logran atraerlo.

Cuando nos acercamos a un libro nuevo, especialmente ahora que el peque está tan activo y tiene curiosidad por todo lo que le rodea, selecciono los textos (la lectura lineal resulta tarea ardua aún), le permito volver a leer páginas ya leídas y, por supuesto, le describo cada dibujito que le llama la atención. Sobra decir que cuando deja de interesarle lo que tenemos delante, el libro desaparece elegantemente hasta la próxima ocasión. Nunca lo presiono para que preste atención, ¡tenemos mucho tiempo y nunca leer ha de ser una obligación!

Media Vaca acierta con esta selección de variadas nanas (las más visitadas son de Mistral y Fuertes) escogidas por Herrín Hidalgo para este volumen. Una auténtica joya también para regalar también a adultos.


lunes

Bandadas de pájaros

Hasta ahora había sido un secreto, pero ayer me confesé por primera vez y hoy lo hago público: me pueden las bandadas de pájaros. Me emboban, me prendan, me hipnotizan. No seré la única, pero no dudéis que si lo admito en voz alta es porque la cara que se me queda es de absorta adoración. No conozco a nadie a quien le ocurra con tanta intensidad. Como a una niña se me entreabre la boca enmudecida y los ojos de par en par me brillan como si estrenaran el mundo. Es fascinante contemplar un conjunto de aves volando juntas, con la fuerza del grupo, azotando el cielo, desplazándose como seres superiores sobre nuestras cabezas. Soy capaz de descuidar cualquier actividad que me ocupe llegando a ser peligroso si es el volante lo que tengo entre las manos. Cuando voy conduciendo sola, especialmente entre los campos vacíos que encuentro cuando sobrepaso Jumilla, me gusta tocar el claxon para ponerlos en movimiento. Al menos es lo que deseo cada vez que veo un gran número de pájaros cotilleando en lo alto del cableado. No siempre me atrevo, es cierto, y menos si va durmiendo en el asiento de atrás el pequeño tigre Guisantito.

No queda mucho para convencer a Álvaro que provocar el vuelo en masa puede ser la más hermosa imagen en movimiento. Haremos palmas, bajaremos la ventanilla y gritaremos, bailaremos tontamente hasta conseguirlo. Porque las bellas manías deben ser heredadas con el encanto de la inocencia, como un ritual de descubrimiento de lo bello en grandes dosis instantáneas. Quizá Guisantito ya me intuye el rito aún no transmitido y por eso escuchó atentamente las palabras que mi imaginación añadió a "Piccolo y Nuvola", un álbum ilustrado de Emilio Urberuaga sin ningún contenido textual. Todo ilustración, este título sorprenderá por la sencillez de su composición y de cómo logra emocionar sin el uso de la palabra. El simbolismo, la fuerza del blanco y el negro y la capacidad de regalarnos todo un paradigma mediante nubes y pájaros, hacen de este libro un acierto editorial de Narval. Me sorprendió que el peque atendiera hasta la última página (no intentó comerse ninguna, ni lo cogió para girarlo, ni nada). Escuchó apaciblemente cómo yo ponía nombre a los cielos surcados por nubes negras, pájaros curiosos, aviones de guerra, humo de sucias fábricas o ruidosos barcos. Fue tremendamente hermoso ternerlo sentado sobre mis rodillas y descubrir que soy capaz de calmar sus ganas de juego a través de un libro hermoso una vez más. Y sé, vaya si lo sé, que conforme pasen los meses la lectura se hará más intensa, más voluntaria, más buscada. Ahora es sorpresa, color, curioseo, pero poco queda para ser un placer, un regalo, un rito.



Y Carlos Vudú ambientando

sábado

¿Dónde está...?

Cómo pasa el tiempo... Álvaro ya no es ningún guisantito. Qué duda cabe. Nos encontramos con los primeros pasos, la primera fiebre, las primeras caídas, los primeros avances con el lenguaje y muchos más kilos de los que cabría esperar en un pequeño guisante. El día a día es un no parar: toda madre lo sabe. Y es que si ya antes era curioso, con nueve meses parece querer saberlo todo. Como puede además moverse donde quiera, alcanzar objetos altos, gatear bajo las mesas, levantar alfombras, abrir cajas, etc.,  todo llama su atención. Sigue mirando a su alrededor como si quisiera comerse el mundo. Los espacios nuevos le requieren gran tiempo de análisis; ¡parece memorizar la posición de cada objeto! A veces parece que sólo tiene ojos (¡y pestañas, qué envidia!).

El libro de hoy lo venimos leyendo ya tiempo y hasta podemos decir que lo tiene sobado de más (ejem, y mordido también). "¡Splis! ¡Splas!" es uno de los títulos de Sonidos sorpresa editados con gran acierto por Bruño. De formato considerable, esquinas redondeadas, hojas gruesas y llamativos colores, este libro cuenta con la diferencia de incluir sonidos en sus pestañas. Ya hemos hablado de ambas cosas en estas reseñas; no creo que haya nada más divertido para un niño de esta edad que el poder descubrir objetos bajo solapas o encontrar asociado un sonido a los personajes escondidos. El contenido del libro está perfectamente presentado, con bonitas fotografías, letras grandotas, objetos claramente representados y simpáticos bebés sonrientes. En las páginas pares hallamos a un bebé en un momento del baño (secándose, en la bañera) y a su alrededor vemos un escenario con divertidos objetos (regaderas, barquitos, redes de pescar...). El texto nos induce a ayudar al protagonista ("El bebé no encuentra su pececillo... ¿Dónde estará escondido?") y en las páginas impares tendremos la oportunidad de guiar a nuestro pequeño a encontrar el objeto en cuestión levantando diferentes solapas hasta acertar. Los textos de Dawn Sirett permiten interactuar con el pequeño en un diálogo ameno ("¿Dónde estará?" "¡No, no, aquí no está!"). Un detalle interesante es que no todas las solapas se levantan en el mismo sentido, lo que mueve al bebé a no acostumbrarse a un sólo movimiento de pestaña, sino que habrá de manosear con su deditos y averiguar hacia dónde puede abrirlas. Si a todo esto sumamos los divertidos sonidos que se activan al encontrar la pestaña ganadora damos con un acierto para regalar y leer a nuestros cachorros. Una monería que sin duda os alegraréis de tener en casa, pues además podréis escoger entre otros simpáticos títulos de la colección (con animales de la selva, vehículos...). Por experiencia os aconsejo cuidado a la hora de acercar las pestañas a la boca de los pequeños... En esta etapa todo está tan apetecible...



Y de fondo Jo Hamilton