Esta semana esta siendo sin lugar a dudas una semana de novedades.
El martes comenzó Guisantito su curso de natación para bebés. Sobra decir lo monos que están todos los bebotes en el agua, salpicando y moviendo las piernecicas. Álvaro estaba para comérselo, mojadito, con las chichas brillantes y las pestañas húmedas. La novedad le hizo estar pendiente de cada detalle y mostrarse algo serio, pero el jueves, ya más suelto, decidió reírse a carcajadas e investigar todo lo que se le pusiera a su alcance. Las actividades no le motivaron mucho (eso de colar los preciosos aros y peces de colores en un palitroque era demasiado, ¡él quería coleccionarlos todos!), pero sin duda disfrutó muchísimo.
Este fin de semana vamos a comenzar con los cereales. Aún no tiene los 6 meses y vamos a seguir con la lactancia materna hasta que sea posible, pero tenemos la sensación de que se queda con hambre, y lo que es más importante, de que está preparado para dar el siguiente paso en las sesiones alimenticias. Cuando nos ve comer desde su trona, paladea y nos mira envidioso, alargando las manitas. Al darle agua con una cuchara el tío abre la boca al verla venir y saborea con gusto la novedad del utensilio (¡hasta mastica el metal!). Mañana comenzamos. Poco a poco. Ya os iré contando.
La última novedad va a ser su primera noche fuera. No es que los amigotes del cole le hayan invitado a pasar un fin de semana en la playa (todo se andará), va a quedarse con mis padres una noche, ¡esta noche! ¿Superaré la dependencia? Ya tengo el frigorífico lleno de tarros de leche materna (de mi leche, vamos) y su mochilita lista: pijama, ropita de recambio, juguetes, pañales y su libro, el libro que hoy reseñamos, Un beso para cada noche.
Este original libro de Ana Galán está pensado para cuando papá o mamá no van a estar en casa para darle las buenas noches a sus pequeños. Para recordarle al niño que aunque no están le quieren mucho, este título tiene siete besos metidos en sobres para acercarlo a la mejilla del pequeño cuando es la hora de acostarse, uno para cada día, junto a siete poemitas cortos con rima pegadiza.
Las ilustraciones de Luján son especialmente tiernas, pequeños animalitos preparándose para dormir. Ositos, perritos, conejitos, todos esperando su beso de buenas noches. Sus páginas de cartón grueso han gustado bastante a Álvaro, bastante no: ¡mucho! El tío reptaba hasta el libro en su alfombra nueva hasta tenerlo a su alcance y poder mordisquearle las esquinas, el muy granujilla.
Termino dirigiéndome a los abuelos: si queréis ponerle fácil a vuestros hijos el dejaros a los nietos, éste es un libro idóneo. El juego de los besos en sobres sorprenderá a los pequeños y encantará a los grandes. Además, las rimas son monísimas y está ilustrado con deliciosa exquisitez. Eso sí, quizá necesitéis algo más para convencer a las madres dependientes de sus hijos. Mi padre directamente no nos ha dejado otra opción, jeje.
El papá del Guisantito está encantado con el hecho de que los abuelos se hayan quedado con él esta noche. Le habían preparado un salón lleno de juegos y un dormitorio auténticamente ducal. Cuando sea mayor le explicaremos la suerte que tiene con ellos.
ResponderEliminarEl papá del Guisantito está encantado de que haya pasado la noche con los abuelos. Le habían preparado un salón lleno de juegos y un dormitorio auténticamente ducal. Cuando sea mayor le explicaremos la suerte que tiene con ellos.
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